Actividad 1. Primeras Experiencias de Lectura 2. "Ella no entendía". Carol Jorquera.
Ella no entendía… no entendía por qué algo que le gustaba tanto era tan complejo. “¡Eres porfiada!”, estaba acostumbrada a escuchar. Ella simplemente adoraba los libros, sin embargo los libros le provocaban enorme desgaste. Desde pequeña padeció miopía pero eso nunca la detuvo. Curó sus ansias y curiosidad vaciando la biblioteca de su casa, que entre muchas variedades, soportaba el peso de los clásicos: “El vaso de leche”, “La Porota”, “Colmillo Blanco”, “Tom Sawyer”; todos a su alcance. En su casa los libros estaban organizados de tal forma, que durante los primeros años, ella tuvo acceso a bellos libros cargados de imágenes y colores que graficaban enormes y fantásticos mundos que ella soñaba para hacer poesía.
A medida que
crecía, su alcance se veía favorecido. Estanterías superiores dejaban atrás los
clásicos infantiles para sostener el
mundo de las ciencias y la naturaleza. Tanta era su curiosidad por otros mundos
que nunca bastó con lo que había en casa, ella tenía suerte de tener una
querida profesora que conmovida por su interés, le prestaba de su propia
colección otros tantos títulos que sirvieran
de inspiración a la pequeña poeta. Al paso de algún tiempo, la profesora
debió abandonar su aula para dedicarse a otra y aunque esta partida fue dolorosa,
ella siempre supo que decir adiós era parte de crecer.
La dificultad ya
tampoco era juntar pequeñas letras, ella había superado la miopía y con ayuda
de lentes podía hacerlo sin tener que sufrir ningún desgaste. Pero como bien es
sabido, la vida carece de casi cualquier cosa, menos de problemas y si bien lo
que pasaba no era grave, menos insuperable; ella solía deprimirse pensando que
la estantería que había sostenido su mundo infantil y adolescente, empezaba a
agotarse. Le parecía tonto inquietarse por algo que era nada menos que una
certeza: en casa nunca faltaron los libros. Hasta ahora…
Fue una tarde de
invierno, cuando estos pensamientos se
vieron interrumpidos por una llamada
cuyo “ring” ella jamás podría olvidar. Su abuelo, vendedor de libros, había fallecido.
Visita a visita, su abuelo había surtido todo su imaginario colectivo, la
esencia de su poesía. Ella sentía que algo más se iba con su abuelo, que de una
manera abrupta y fatal se terminaba su acceso a libros, al menos hasta que
pudiera pagar por ellos. Pensaba en esto camino a un lugar que había visitado
por última vez, poco antes de empezar tercero básico. Lo recordó justo al
entrar por la puerta, el aroma era inconfundible, el tiempo detenido en ese
espacio como arrancado de antaño, una casa que parecía haberlo resistido todo…
y los libros del abuelo.
Entre los muchos
libros que encontró, una imagen llamó su
atención, se trataba de una trepanación (práctica médica que consiste en
agujerear el cráneo). Entre sus hojas la historia de una suerte de elegido y su
conexión con los antepasados. Esta narración new age, muy poco católica (diría
su padre), llegaba a sus manos en el momento preciso para que ella entendiera
que lo que consideramos esencial vive, inevitablemente, en uno mismo.
Carol Jorquera Salvatierra
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